jueves, 3 de abril de 2014

GOLPEANDO A LAS PUERTAS DEL INFIERNO



Ahora resulta que es un acto comprensible que, desde la seguridad de zapatos y zapatillas anónimas, un grupo de indignados  vecinos mate a patadas a un chico de 18 años, denunciado  por  robar una cartera.
 ¡A patadas! ¿Por una cartera?
Podemos adoptar la postura de comentarista de TV  y enfurecernos diciendo “¡qué barbaridad, adonde vamos a parar!”, y pasar enseguida a otro tema. O podemos reconocer la realidad, primer paso para transformarla. Y la realidad nos dice bien claro, algo que nos puede doler: la sociedad (buena parte de ella, por lo menos) está girando rápidamente hacia el fascismo. Nos guste o no, es así. Y en buena medida, creo que es el resultado de la “década ganada”. Al menos de la enorme contradicción entre el discurso y la acción. Pero eso lo dejo para otra nota.
Nada más parecido a un fascista que un pequeño burgués asustado.  La frase es vieja y tranquilizadora. Ubica al sujeto principal del fascismo y el nazismo (la pequeña burguesía ciudadana) y deja afuera de toda contaminación a los trabajadores. Demasiado bueno para ser real, lamentablemente.
Al menos en la Argentina de hoy, no solo la pequeña burguesía está asustada. Y el miedo ya no es al avance de las ideas de izquierda, como en Italia y Alemania hace casi cien años. El miedo es al “fenómeno de la delincuencia”. En realidad solo a cierto tipo de delincuencia. Hay otra tal vez más dañina pero que no causa reacciones extemporáneas ni linchamientos. Y diría que hasta se la ha naturalizado.
Y el miedo a ser asaltado, golpeado y asesinado genera, no solo reacciones fascistas, si no también modos de pensar de ese estilo. Claro que las diferencias sociales aparecen aun en esa visión: mientras en Palermo (como bien lo marcó Gerardo Romano) pretendían hacer “justicia” al grito de ¡maten a ese negro de mierda!, en el conurbano comienzan a aparecer como chivos expiatorios bolivianos y paraguayos, tristes sucedáneos de los presuntos narcos mexicanos y colombianos refugiados tras los sólidos muros de famosos countrys.
Y creo que no podemos tapar por mucho más tiempo la responsabilidad social en todo esto. No es posible, con los datos a nuestra disposición, seguir haciéndonos olímpicamente los boludos. Toda la sociedad sabe que los delincuentes, grandes y pequeños, trabajan en su inmensa mayoría amparados por, o directamente para, la policía y otras fuerzas de seguridad.  Que de acuerdo al rango y la geografía se reparte la importancia de los negocios ilícitos. Y que los políticos, en especial los que ocupan cargos de Gobierno, se asocian a policías y delincuentes, respetando también rangos en una división del trabajo que les asegura impunidad.
Los que pierden son los pibes marginados y marginales. Las opciones que tienen son: o trabajar para la Policía, ahora con el riesgo que los mate a patadas un grupo de nobles vecinos justicieros, o negarse a hacerlo y que los maten a patadas los policías. ¿Exageración?  No. Allí está el caso de Luciano Arruga y muchos otros que no lograron la atención del público.
Estamos golpeando a las puertas del infierno y ni siquiera nos detenemos a pensar si vale la pena que nos abran la puerta…
(continuará)

lunes, 30 de diciembre de 2013

DESAPARECIDOS: ¿Y DÓNDE ESTÁ EL PILOTO?


       Para los integrantes del Gobierno y sus adherentes este Diciembre que ya se termina, se ha hecho larguísimo. Cuando habían puesto todos sus ruegos (y muchos gendarmes) enfilados a que no se repitieran los saqueos, saltó la térmica. Buena parte de la población mira con atención la lamparita, esperando que vuelva a encenderse o que no se apague durante la noche y arruine el descanso.


Pero la falta de energía eléctrica ha tenido dos resultados negativos para la administración. Uno era previsible; los damnificados cortan calles y prenden fuego. El otro no era tan previsible; los cortes produjeron en algunos funcionarios una mudez estruendosa,  a otros el calor parece haberles producido lesiones cerebrales, dado que solo balbucean incoherencias. Nadie acierta a dirigirse a la población con algún tipo de discurso que le dé al menos una esperanza de mejorar su situación.

Desde los medios claramente alineados en la oposición se reclama la palabra presidencial. No es inocente; saben que no hay nada bueno para decir y que, por tanto, nada se dirá. De paso algunos operan para las empresas reclamando libertad de tarifas y el fin de los subsidios para que “puedan invertir”. Como si en este capitalismo de rapiña que el kirchnerismo no ha querido cambiar, las empresas tuvieran algún otro interés que maximizar su ganancia sin importar cómo. El argumento es falaz: en las provincias, donde no existen subsidios y el costo de la energía eléctrica o el gas multiplica por 7 u 8 el de Capital y Gran Buenos Aires, tampoco hubo inversión y los cortes abundan. Ni siquiera hay diferencias entre empresas provinciales estatales y privadas.

Y ese es uno de los meollos de la cuestión: los subsidios a la energía son insostenibles, pero el costo político de quitarlos puede resultar terminal para un Gobierno que no para de caer en la consideración de la gente. Estamos en un círculo vicioso; si se quitan los subsidios pueden incendiarse socialmente Buenos Aires y el conurbano. Si se dejan los subsidios, no solo tienen las empresas excusa para no invertir, si no que revienta el presupuesto, hay que emitir más moneda, seguir devaluando y acelerar la inflación. Game over.

Un amigo me hacía notar que menguó muchísimo en los foros de internet la presencia de acérrimos defensores del Gobierno. No sólo eso; la nave insignia de la bajada de línea oficialista, el ultrajustificadordecualquiercosa 678, ha dedicado sus últimas emisiones a repetir programas ya emitidos. No hay respuestas y por tanto lo mejor es borrarse. La aceleración de la inflación, las rebeliones policiales, los saqueos, los cortes de luz, el ascenso de Milani, por mencionar sólo lo coyuntural de este Diciembre, NO ESTABAN CONTEMPLADOS EN EL DISCURSO OFICIAL. Mientras se elabora uno nuevo y se preparan las fuerzas del orden para lo que viene, han dejado el escenario vacío.

Como símbolo final, el Mausoleo de Nestor-Él, construido por el amigo-socio-testaferro, ha comenzado a derrumbarse.

Esperemos que aguante. Todavía faltan dos años.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

A LOS BOTES


Aunque le moleste al Gobierno (y mucho), el clima de fin de ciclo es algo más que una instalación mediática. La crisis generada a partir de la rebelión policial se parece muchísimo a las que acompañan los últimos días de cualquier Presidente de los 30 años pasados. La diferencia es que todavía quedan casi veinticuatro meses para el recambio. Se nos presenta un panorama parecido a una larga agonía, que solo podría verse interrumpida por la decisión de tirar del mantel y retirarse antes de arder en las llamas del desastre que parece avecinarse.

Claro que no es tan fácil. Hay tres cuestiones que dificultan enormemente las posibilidades de una renuncia por “cuestiones de salud” que ponga a la Presidente a salvo de heridas en su narcisismo. La primera es que, en las condiciones actuales de la economía resulta urgente y necesario aplicar un ajuste ortodoxo en toda la regla. Los posibles herederos quieren que lo realicen los que se van a ir (los que van a morir, te saludan). La dosificación de la que parecen ser partidarios los integrantes del equipo económico, solo sirve para alargar el momento de la decisión final y aumentar su costo. Inflación, dólar sobrevaluado y tarifas subsidiadas son las causas de un efecto terrible para las economías capitalistas subdesarrolladas: la distorsión de los precios relativos. No hay parámetro para saber cuánto vale qué cosa. El apodo dado a Kicillof de “soviético”, no sólo desconoce la complejidad de la economía planificada de la desaparecida URSS (con sus tremendas debilidades y su aplastante peso burocrático), si no que resulta útil a la derecha liberal, deseosa de un shock que la devuelva al centro de la escena económica, y a la pseudo-izquierda  partidaria del feudo-progresismo, que encuentra nuevos motivos para defender las medidas del Gobierno Nacional y (cada vez menos) Popular.

La segunda cuestión está íntimamente ligada con la primera. La presidente y sus íntimos han robado demasiado. Si Menem fue un ladrón estructural e institucional, entregando el conjunto de la economía nacional a las voraces manos de cualquiera dispuesto a hacerse cargo, el matrimonio Kirchner y su círculo íntimo parecen haber superado ampliamente al Sultán de Anillaco en el uso del Estado para el enriquecimiento personal. Todos los días aparecen nuevas revelaciones escandalosas sobre negocios y negociados que involucran a las más altas magistraturas del País. Licitaciones truchas, testaferros, coimas, lavado, etc., dejan cada vez más y más en claro que los Kirchner asumieron en su momento un discurso “progresista” por necesidad, así como antes habían defendido el discurso liberal: la cuestión era construir poder. ¿Sólo para enriquecerse?. Ellos lo sabrán. Pero no fue, como pretendía (¿y aun pretende?) el coro de supuestos progres que los aplauden, para realizar ninguna revolución. Lo cierto es que se van y necesitan garantías que no van a pasar el resto de sus días trajinando tribunales declarando en causas por corrupción. Para que los que van a venir a ocupar su lugar y a los cuales los jueces de la Nación demostrarán la misma fidelidad prodigada al actual Gobierno, les perdonen la vida, deben dejar las cuentas en buenas condiciones. Para que los que suframos las consecuencias nos quejemos lo menos posible el Gobierno tiene a Milani, Berni, la Ley Anti terrorista y una Policía contenta, porque a los negocios habituales puede sumarle ahora un sueldo más o menos actualizado. Policía con aumento, reprime contento.

 La tercera cuestión que traba la idea de irse antes es, paradoja del destino, la tropa propia. Una recua de funcionarios medios y bajos que nunca soñaron con estar en lugares de poder. Llegados a sus sillones repletos de ideales, hoy se preocupan esencialmente por no perder esos sillones. Ya importa poco si esto no tiene nada que ver con lo que pregonaron durante años. Ni siquiera intentan justificar(se) las acciones del Gobierno como “el progresismo posible en las condiciones de Argentina y el mundo hoy”. No. Alcanza con mirar para otro lado y seguir cobrando. Y, esa es su misión en la hora, luchar por lograr puentes con los posibles sucesores. Mostrar a la futura Administración que son imprescindibles. O útiles. O inútiles, pero no molestan. La cuestión es seguir. Para eso necesitan tiempo; un corte abrupto, una salida destemplada de la Presidente los dejaría con poco y nada para negociar continuidades. Es preferible “cumplir con el mandato popular”, a los garrotazos si es necesario, pero no perder el sueldito. Y los negocios, la plata necesaria para “hacer política”. Lo reconozco, estos son los que más asco me dan. Será que muchos compartieron (o simularon compartir) sueños e ideales. Será que son el espejo de aquello en lo que pude haberme convertido. Será que duele que hayan vendido su ideología a tan bajo precio. Será…

Así que estamos en el final. Y promete ser a toda orquesta. Se llevaron puestas aquellas formas originales de lucha como fueron los organismos de Derechos Humanos, las organizaciones piqueteras y la CTA. Vacío ese espacio, comienza a ser ocupado por el Frente de Izquierda y los Trabajadores, cuyo crecimiento electoral lo hará estallar en pedazos. Una oposición que es más de lo mismo y, por lo general, peor. Una situación social que, contra el discurso oficial, ha empeorado en la década ganada y un claro deterioro de la “Democracia representativa”, fenómeno éste de carácter mundial. ¿Cóctel explosivo?. Sin dudas.

Pero contra todo pesimismo, surgen formas nuevas de organización y lucha. La Historia no se termina. Los hombres todavía estamos aquí.

¿QUIENES SAQUEAN?

¿De dónde salieron? ¿Por qué se comportan así? ¿Por qué nos hacen esto?.

Muchos integrantes y simpatizantes del Gobierno se hacen esas preguntas mientras miran por TV a grupos de jóvenes saqueadores que prefieren las altas llantas a los fideos baratos (después, en algo que muestra el camino hacia la idiotez que vamos transitando como sociedad, muestran orgullosos el botín en Facebook).

“La culpa es de la Policía.” “ La culpa es del neoliberalismo.” “ La culpa es de la delincuencia”, ensayan a ciegas.

Cuentan que, ya exiliado en París, luego del bombardeo de la Legión Cóndor, Pablo Picasso pintó el Guernica en dos meses. A la presentación de esa obra monumental concurrió el embajador nazi. Con el ceño fruncido, miró la obra y preguntó en voz alta: “¿Quién hizo esta porquería?”. La respuesta de Pablo fue rápida y sencilla: “Ustedes”.

Los jóvenes saqueadores son el producto de la década de Menem, pero también de ésta.  Al incendio social producido en los 90, con hogares en los que la desocupación se convirtió en crónica, con familias desarmadas por el hambre, con jóvenes y niños criados sin esperanza de un futuro mejor, con una marginalidad que excede la cuestión económica para instalarse plenamente en lo social y, lo mas difícil de revertir, en lo cultural, el Gobierno de los Kirchner le opuso sus políticas sociales, elogiadas muchas veces hasta por la oposición.
Pero los planes diseñados para ir en socorro de los desesperados, lejos de ser transitorios para transformarse luego en derecho de ciudadanía, se quedaron allí en su peor versión: el clientelismo puro y duro. En manos de punteros, Intendentes y Gobernadores, esos planes se transformaron en un pacto espurio: plata por fidelidad política, plata por asistencia a actos partidarios, plata por decir y hacer lo que el puntero indique. La lógica de construcción política de los últimos años generó nuevas formas de vivir y sobrevivir para una parte importante de la población, especialmente los jóvenes.

Son esos mismos jóvenes los que se reflejan en las estadísticas de las últimas pruebas PISA: El 70% de los estudiantes secundarios de la Argentina, no entienden o entienden muy poco de un texto simple. El nivel de comprensión de la realidad que los rodea  no les alcanza siquiera para desenvolverse en tareas banales, en trabajos elementales. Es decir, no pueden aportar a la sociedad ni integrarse a ella. Y lo peor: están incapacitados para proyectarse hacia el futuro.

Estos jóvenes son objeto de una publicidad feroz que los insta a tener. Ropa, calzado, aparatos electrónicos, motos, etc., que por lo general, quedan fuera de su alcance económico. En una sociedad que no valora el saber pero si el tener, ellos se saben excluidos. La Buena Gente que puebla nuestro País, y en especial las grandes urbes, se conmueve con lo que les pasa a los pobres indiecitos de Formosa cuando lo pasan por televisión. Pero desprecia al negro de mierda de los barrios conurbanos. Y se los demuestra en cuanto puede. La exclusión es material y simbólica.

Son también hijos de familias quebradas, desencantadas, que ya no creen que sus hijos vivirán mejor. La idea tan común, en otros tiempos, de la Argentina del ascenso social, se ha perdido. Ya nadie cree que a través del estudio y el trabajo duro la próxima generación vivirá mejor que la actual.

Son en buena medida los NI-NI. No trabajan ni estudian. Para colmo, el auge neoliberal destruyó los espacios tradicionales de socialización y contención extra-escolares. Clubes, Sociedades de Fomento y hasta los clásicos potreros de barrio han desaparecido, barridos por el individualismo. Si querés jugar al futbol, pagá la cancha. Así que el espacio de socialización es la esquina, cerca del kiosco, con la birra a mano y parada del transa.

Esta es la mano de obra para los saqueos. Y para mil cosas más. No tienen nada que perder, por que no tienen nada.

Vuelve la pregunta: ¿Quién hizo ésta porquería?.
Y la respuesta obvia: Ustedes.


SAQUEO!

Si los viernes son de siluetas, Diciembre es de saqueo. Otra vez.

El Gobierno (los gobiernos), hacen hincapié en la extorsión a que fueron sometidos por las policías provinciales y algunos hasta señalan las vinculaciones de éstas con distintas ramas del delito. ¡Diez años gobernando para darse cuenta de algo que todos sabemos!  Descubrieron “nexos mafiosos” en las Policías. Tal vez si los dejamos gobernar diez años más, descubran que no son solo nexos, que la Policía en Argentina ocupa, en buena medida, el lugar que en EEUU llena la mafia. Ningún delito importante es posible sin el permiso o la complicidad de la Policía. Y lo dejo claro para los que reclaman mayor presencia policial para mayor seguridad: ellos no son la solución, porque son el problema.

Pero el objetivo de estas líneas no es hablar de este detonante que resultaron las “rebeliones” policiales. La cuestión que preocupó a la buena gente, es la propensión de parte de muchos habitantes a pasar de cualquier regla y aprovechar la situación para saquear comercios y apropiarse de bienes a los que habitualmente no pueden acceder. En muchos lugares, a las incursiones de grupos de delincuentes sin placa identificatoria ni gorra, les seguía la irrupción de grupos crecientes de jóvenes y algunos no tanto, que se abalanzaban sobre el cuerpo inerme de comercios varios. “Hienas”, bramaron desde indignados medios de comunicación. “No hay límites”, se lamentaban en otros. La guerra mediática entre oficialistas y opositores logró una tregua y un acuerdo: todos condenaban a estos no-necesitados, que en lugar de llevarse un paquete de harina para hacerse tortas fritas si tienen hambre, se llevaban zapatillas de marca y televisores LCD, LED, y cualquier objeto de valor.

El Pais de buena gente miraba azorado por TV: tierra de nadie, todos contra todos, el Apocalipsis. Las redes sociales, plagadas de esa buena gente, clamaban al Cielo por Justicia. No lo midieron, pero seguro que “negros de mierda”, ese clásico reprimido que vuelve y vuelve a surgir y resurgir ante cada dificultad, fue trending topic.

Caparrós en su Blog comentó con inteligencia. Nos remitimos a él, pero resumimos y agregamos algo. La hegemonía es consenso y (la posibilidad cierta de) coacción. El sistema se mantiene así. Pero la coacción debe mantenerse latente, como posibilidad permanente, como complemento imprescindible. Sola, sin consenso, no puede sostener a largo plazo la hegemonía. En mi personal apreciación, el corazón de la hegemonía es entonces el consenso. Los consensos, más bien diría. El sistema puede ampliar estos consensos o bien pueden disminuir sin que corra riesgos. Es decir que hay algunos consensos básicos, constitutivos y otros accesorios. Uno de los consensos elementales para el mantenimiento y el buen funcionamiento de todo el sistema es la aceptación de la propiedad privada como sacrosanta. De ella deriva la ganancia, que se santifica como hija de, y al mismo tiempo como nueva propiedad.

Ese consenso es el que aparece roto para una parte pobre de la sociedad. Por supuesto que la santidad general de la propiedad nunca fue reconocida por la clase dominante. Allí solo es santa la propia propiedad. El saqueo constante de fondos públicos (propiedad de todos), nos exime de cualquier otra demostración. Pero que un grupo de negros marginales se atrevan a poner en duda lo sacrosanto, los espanta. ¿Hasta dónde van a llegar?. Los exclusivos countrys están rodeados de barrios miserables. ¿Y si se les ocurre que esa propiedad tampoco merece respeto?.

Por el momento no hay riesgos. La sociedad argentina parece estar, nuevamente, haciendo implosión. No está sobre el tapete una cuestión de clases explícita o consciente.

Pero como nunca se sabe, mejor ir preparando las armas.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

LA GRIETA DE LANATA


El famosísimo conductor de Tv y Radio Jorge Lanata, aprovechó la frívola fiesta de entrega de los Martin Fierro para esbozar su teoría de “La Grieta”, es decir la separación, producida según él fundamentalmente por el Gobierno, entre Kas y anti-Kas. Ese enfrentamiento, siguiendo sus razonamientos, es profundo porque “es cultural”.

Lanata es un hombre talentoso en el manejo de, con y por los medios. Su talento solo es superado por su ego. Es capaz de sintetizar en slogans y frases convincentes situaciones muy complejas. Pero no siempre convincente es igual a verídico y hay cosas que no pueden simplificarse sin quitarles su verdadero sentido.

La grieta a que se refiere Lanata no es tan profunda como lo dice o quiere. La diferencia entre lo que enuncia y lo que ocurre es la misma que existe entre opinión pública y opinión publicada. Entre el común de la población, la adhesión  o no al kirchnerismo no tiene ribetes tan dramáticos; la gente puede votarlos en 2011 dándoles amplia mayoría y dos años después desembarazarse de ellos votando otras opciones. La grieta, en términos lanatianos, se produce en sectores de supuestos formadores de opinión, ligados a los medios, y un porcentaje pequeño de la población acostumbrada a opinar en los ilegibles foros de los diarios y en algunas redes sociales. Para el resto, las fisuras sociales pasan por otro lado.

No vamos a hablar en este caso de la principal división social que se da en el sistema capitalista, que es la división en clases. Aunque es el trasfondo, la base sobre la que se asientan otras divisiones. Para muestra de las fracturas sociales que creo sí son importantes, veamos los saqueos que, al momento de escribir estas líneas, se están produciendo en Córdoba.

Casi unánimemente los medios han calificado a los saqueadores como “delincuentes”. Según los opinadores, el hecho que roben zapatillas, televisores, ropa o motos, los descalifica. Existiría un “saqueador bueno”, famélico pero noble, que entra a los súper en busca de fideos y leche y solo viola las leyes vigentes por hambre. Para los otros, ni justicia.

Lo primero que hay que decir es que en estos casos, como en muchos otros, el puntapié inicial es dado por ese personaje semiautónomo creado por el sistema, al que llaman “puntero”. El mismo que, de resultar conveniente, acata las decisiones de su patrón político, puede ir incluso contra los intereses de éste si eso le ayuda a conservar su clientela que es, en definitiva, la que le permite negociar con los de arriba y cambiar apoyo por prebendas.  El puntero es una de las creaciones más perversas del sistema político actual. Capaz de responder a cualquiera dispuesto a pagarle, gradualmente va dejando a sus patrones políticos para servir a narcotraficantes, mucho más estables en su poder y generosos en los pagos.

Pero la base del poder del puntero es su clientela. Y ésta está compuesta por aquellos sectores excluidos de la sociedad en los ‘90 e incorporados en los últimos años en una relación subordinada, clientelar, que agudiza y prolonga su marginalidad. El núcleo de esa clientela son jóvenes. Los Ni Ni; los que fueron y luego abandonaron las devastadas escuelas estatales; a los que se les muestra permanentemente un mundo de consumo al que NUNCA van a poder acceder; los que saben que el sinónimo de éxito en esta sociedad es TENER, no importa cómo; los clientes principales de drogas y alcohol baratos que los destruirán en poco tiempo; los que saben que los corruptos no pagan y que la Policía no está para cuidarnos si no para hacer negocios; los que son conscientes que su vida no vale nada y por lo tanto tampoco la de los demás; los que están jugados.

Junto a los saqueos figuran hoy otras noticias. Elijo dos: las pruebas PISA demuestran que el 70% de los adolescentes argentinos no comprenden lo que leen y otro testigo complica aun más al vicepresidente de la Nación en el escándalo de corrupción de la empresa Ciccone.

Las grietas verdaderas, querido Lanata, pasan por ahí.

sábado, 2 de noviembre de 2013

EL DOLOR DE YA NO SER


Ya nada es lo que era...
Una foto: La mayoría del Gobierno y de sus obsecuentes más feroces festejando ante las cámaras el haber perdido 4,5 millones de votos en dos años. Papelitos, música  y el Presidente En Ejercicio De Su Propia Estúpidez como maestro de ceremonia, en un estilo tinelesco y casi obsceno.

Otra foto: El ex Jefe de Gabinete de Cristina, junto al otro ex  Jefe de Gabinete de Cristina y a otros ex ministros y funcionarios de Cristina, explicando que ellos son lo nuevo que viene a suceder a Cristina.

Mas fotos: La cara de Barone irradiando una felicidad de orgasmo en un cuadro que completan otros ex esbirros de Magnetto y figuras como Estela de Carlotto (esa gran luchadora que consideró que su prestigio era demasiado y, en un acto de suprema humildad, decidió ofrendarlo en el altar de Néstor Él). La felicidad chorrea de la pantalla de 678, desborda la pantalla, sale de ella proyectada directamente sobre los creyentes: el 7D llegó por fin. La madre de todas las batallas se ha ganado. El grupo Clarin, que ha reemplazado en el imaginario de estos revolucionarios taradíos al imperialismo, la dependencia, las multinacionales y la burguesía, ha fenecido. Ya se ve por las pantallas al Lenin de Morón ingresando al Palacio de Invierno. El sistema se derrumba…

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Aire. Aire y humo. El aire para que el Gobierno pueda seguir respirando. El humo para tapar lo que se mueve por detrás de todo el circo.

Y lo que se mueve son dos realidades que hacen temblar tanto al Gobierno como a quienes aspiran a sucederlo: el agotamiento del ciclo económico “virtuoso” y la danza de los tránsfugas, es decir, los garrocheros, que comienzan a buscar otros horizontes más propicios para la práctica de su deporte favorito, que no es el salto con garrochas si no el vivir muy bien, demasiado bien, a costa del Estado.

Ambos temas merecen análisis detallados. Por el momento, solo algunas puntas que no cansen demasiado a eventuales lectores.

En cuanto al ciclo económico “virtuoso” iniciado bajo Duhalde – Lavagna, la rápida recuperación económica que tuvo la Argentina en el período 2003-2007, estuvo basada fundamentalmente en la devaluación de la moneda. Esta barrera para-arancelaria permitió la utilización de la capacidad ociosa que había quedado del anterior gobernante peronista, al que los actuales gobernantes peronistas no reconocen como peronista, pero a los que él, como buen peronista, apoya sin reservas por que, aunque no los reconoce como buenos peronistas, si admite que son peronistas. El apoya y estos se dejan apoyar: son todos peronistas, al fin y al cabo.

Es este mismo Gobierno el que minó las bases de la economía hasta la actual situación, lejana al estallido (aunque nunca se sabe), pero que nos lleva derechito al iceberg. La cuestión es quien va a estar al mando del Titanic cuando llegue el impacto. Si Cristina fuera radical o socialista no cabrían dudas: le harían pagar el costo de ajustar los números sin dudar. Pero es peronista; sabe de qué se trata. Si paga el costo ella; ¿Cómo asegurarse que no salpique al resto de los peronistas que aspiran a sucederla?. Y si la aprietan demasiado (saben bien cómo hacerlo); ¿No renunciará?. ¿No apelará a su estado de salud para dejar a Boudou y retirarse, volviendo tal vez en unos años ya recuperada?. Un sudor frío recorre la espalda de quienes se animan a especular con esto.

¿Y los tránsfugas?. Bien, preparándose. Ellos tienen apenas el horizonte de sus feudos y su tiempo es, a lo sumo, la próxima elección. De cada situación (aunque esta sea el incendio del Pais), buscan cómo sacar partido para mantenerse en sus Municipios y/o Provincias pequeñas. Están escrutando (y eso es lo único que les saca el sueño), la camiseta ganadora. ¿Será la de Tigre?. ¿Será el traje de motonauta?.

Cómo ocurre desde hace tiempo, todos miran a la Rosada con temor. Pero los motivos son ahora radicalmente distintos.


Ya nada es lo que era.